Notas de Opinión, Prensa ; 4 agosto, 2013 a 9:01 am

En la última semana los medios de comunicación de la provincia han puesto en evidencia lo sucedido en la Escuela Patricias Mendocinas de la Ciudad de Mendoza, donde una alumna de 10 años de edad, fue víctima de violencia escolar, lo que determinara la decisión de su madre de cambiarla de establecimiento educativo.

La violencia familiar, el maltrato infantil y el abuso sexual están ligados a la falta de educación y de valores socio-culturales, es un padecimiento extendido y silenciado, del cual sobre todo son víctimas los chicos, quienes quedan indefensos ante tales situaciones.

Tal es la relevancia que ha adquirido el tema de la violencia escolar, que el año 2000 fue declarado por varios de los Premios Nobel de la Paz «Año de la Educación de la No Violencia”. Sin embargo, ocho años después, la Organización Mundial de la salud consideró a la violencia escolar como una “pandemia”, porque ocurre en todo el mundo y es una enfermedad social.

No obstante, la violencia escolar no es un fenómeno reciente y su estudio sistemático entre escolares surge en la literatura psicoeducativa a principios de 1970 en los países escandinavos, y recién a finales de 1980 y comienzos de 1990 su estudio se extendió a otros países como Inglaterra, Holanda, Japón o España.

La variable género adquiere importancia en la comprensión de los resultados: en los alumnos es más frecuente la utilización de agresiones físicas y amenazas como formas de intimidación, mientras que en las alumnas son más frecuentes los rumores y el aislamiento de la víctima. Estos resultados aluden a la importancia de diferenciar, en los términos de Olweus (1998), entre acoso directo, con ataques relativamente abiertos a la víctima, y acoso indirecto, en forma de aislamiento social y de exclusión deliberada de un grupo.

Aquellos que de alguna manera son distintos, vulnerables por sus características personales, o por su carácter, muchas veces se ven obligados a soportar bromas crueles, persecuciones y verdadero acoso por parte de algunos compañeros de escuela.

A este fenómeno comúnmente se lo denomina “Bullying”, término inglés de suma actualidad que significa intimidación, matoneo. Se trata del hostigamiento, en forma repetida y durante un tiempo prolongado, de un alumno por otro que actúa como líder de un grupo, generalmente sin que los adultos lleguen a enterarse. El término también alude a los insultos, bromas y agresiones que ciertos docentes sufren por parte de los alumnos.

Es un maltrato psicológico o físico, que mina la autoestima de quien la soporta y da firmeza a la prepotencia y a las actitudes agresivas de quien o quienes la ejercen.
Aunque pueden observarse casos en edades mas tempranas, el “bullying” se ha convertido en una conducta que comúnmente se advierte como reiterada especialmente a partir de los 11 años de edad y entre los adolescentes.
Mientras que las víctimas son tímidas, ansiosas y tienen una baja autoestima, el acosador tiene un perfil violento, no pudiendo controlar sus impulsos, su estado de ánimo y agresividad. En general, el que hostiga lidera un grupo y se presenta como el más fuerte y, por lo tanto, establece el sistema de valores de quienes lo admiran.

El resultado: chicos que les temen a sus compañeros, docentes que desarrollan fobias al momento de enseñar en una escuela, padres que miran al costado y que al mismo tiempo descuidan a sus hijos porque deben trabajar muchas horas para subsistir, son parte del triste recuento de lo problemas que cruzan actualmente la educación en provincia.

Sin distinción de niveles socioeconómicos y como ya hemos dicho, con una asiduidad preocupante, el “bullying” puede tener consecuencias graves. La víctima un día puede explotar y protagonizar tragedias de magnitudes, muchas veces, insospechadas. Es común que baje el rendimiento escolar y hasta se profundice el índice de deserción del sistema educativo. Aún más, se han registrado casos de suicidio entre los acosados.

Existieron casos resonantes en varias partes del mundo. Uno de los más mediaticos y escalofriante fue la matanza que ocurrió en una escuela de Columbine (Estados Unidos) en 1999 fue ocasionada, entre otros factores, por las múltiples humillaciones sufridas por los protagonistas a lo largo de años. Los adultos, padres y maestros, no estaban enterados de la situación.
Nuestro país (y por lo tanto nuestra provincia) no es ajeno a este fenómeno. De gran relevancia fueron los trágicos hechos sucedidos en 2004 en la Escuela Islas Malvinas de la localidad de Carmen de Patagones, en donde un alumno asesinó e hirió a varios compañeros. En Buenos Aires, hubo 14 chicos internados cuando un alumno arrojó gas pimienta en una escuela del barrio porteño de Belgrano.

 

En  Mendoza también han existido casos en el tiempo, que trascendieron públicamente: alumnos heridos de arma blanca de otro estudiante en una riña escolar, niños que llevan al colegio armas para amenazar de muerte a un compañero acosador, el gremio docente mendocino ha denunciado que los educadores han sido agredidos y amenazados de muerte por padres enfurecidos por las notas que les pusieron a sus hijos. Y esto solo para citar algunos ejemplos.
Creemos que se debe educar para la No Violencia, mezclando contenidos teóricos y prácticos diseñados por especialistas. Desde temprana edad los niños aprenden valores morales y normas de convivencia, respeto hacia el prójimo, compañerismo, como así también que sepan advertir (y por lo tanto denunciar) situaciones de violencia familiar o escolar, abusos sexuales, insultos, etc. Las escuelas deben establecer y/o adecuar sus reglamentos de convivencia, fomentar la ayuda entre pares, hacer una efectiva supervisión en el recreo, promover reuniones entre padres y profesores, citar a los padres del agresor y del agredido para informar sobre la situación, elaborar con el hostigador un compromiso por escrito de no agresión, enseñar técnicas al hostigado para que pueda afrontar situaciones conflictivas. Lo peor que se puede hacer es ignorar la situación o mirar para otro lado. Ante todo, se deben detener las conductas de acoso en el momento en que se producen.

Sergio Bruni

Link Permanente: http://www.sitioandino.com/nota/85589-violencia-escolar-una-pandemia-del-siglo-xxi/

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