«El Gobierno, como lo ha señalado correctamente el Presidente de la UCR, debe volver a fojas cero con algunas iniciativas que no pueden sostenerse para comenzar el dialogo; olvidar la reforma judicial impuesta sin consensos, dejar muy claro la defensa de la propiedad privada sin ambigüedades como viene sucediendo o ciertas acciones que podrían afectar la libertad de expresión (Nodio)».
La crisis de la argentina no puede ocultarse a esta altura de los acontecimientos.
La economía no crece desde hace 10 años, tampoco es que venimos de un país en flor. Nada de eso, hace mas de 50 años que vinimos a los tumbos, de fracaso tras fracaso.
Los gobiernos de todo tipo y pelaje, militares y civiles, han ofrecido, lo que la ensayista Beatriz Sarlo, define como «pensamiento deseante»
Argentina potencia. Programa de recuperación nacional. Revolución Productiva. Ramal que reabre, país que crece. Pobreza Cero. Venimos a poner la argentina de pie. Etc. etc.
No puede apelarse a 3/4 años de crecimientos que hubieron en algunos periodos, si no perduraron, es por aquello que ya sentenció el gran filósofo griego, «porque una golondrina no hace verano…..».
Claro está, que con ese tipo de slogans pero sin gestionarlos luego, el fracaso está asegurado. Se ha dicho a su vez, en todos estos años, la argentina para salir del oscuro pozo en el que fue cayendo, necesita de acuerdos. De nuevo, los pensamientos deseantes.
Gran Acuerdo Nacional. Pacto productivo. Pacto social. Etc. etc.
Es la hora de acordarse, que «acordar» entre las principales fuerzas políticas y sociales, no puede esperar mas ni ser una nueva propuesta «deseante».
Simple, la crisis y la pandemia, va llevando a la ciudadanía a un hartazgo que mas temprano que tarde, hará estallar la Argentina de un modo terminal.
No es viable un país que solo puede mostrar al mundo un par de datos de crecimiento: «Más Estado y Más Pobres».
Suele mencionarse a los denominados Pactos de la Moncloa, como un modelo a seguir. Aquellos que marcaron la transición de la dictadura de Franco y el renacer democrático en España. Diseñaron también, el paso de una España decadente hacia una España integrada a Europa y con una economía creciente.
En nuestro país, ni estamos saliendo de una dictadura de 40 años como fue la de Franco, ni tampoco aparecen actores que muestren la voluntad de hacer lo que en la península ibérica hicieron.
Aunque la aspiración sea menor a la española y la decisión la motive un mínimo instinto de supervivencia, es imprescindible, comenzar un dialogo que termine en una serie de acuerdos. Sin ilusionar ni prometer, que los acuerdo nos harán surgir de un modo mágico. Podrán ver esos posibles resultados, algunas generaciones futuras.
Para los diálogos de Estado, hay diversos niveles de responsabilidad.
En primer lugar es el Presidente y su gobierno el que debe dar un primer paso firme, convincente y concreto. ¿Lo podrá hacer este Presidente? Por ahora vamos mal.
Igualmente, parafraseando a Balbín, «Todo enfermo tiene cura cinco minutos antes de la muerte«, todos debemos aun apostar, que el ¡Presidente lo haga!.
También la oposición tiene lo suyo para aportar en encontrar diálogos y acuerdos. El politólogo italiano Gianfranco Pasquino, en su obra «La Oposición en las Democracias Contemporáneas » (1997) sostiene, «Por tanto es posible afirmar que la calidad de una democracia depende no solo de las virtudes de su Gobierno, no solo de las interacciones del Gobierno con la Oposición, sino acaso en modo especial de la calidad de la oposición».
Mi pertenencia radical y a sus ideas humanistas y republicanas, son conocidas. El radicalismo, quizás, por historia pero mas en la actualidad, por el plexo de ideas que defiende, sea el principal partido de la oposición. Su Presidente, Alfredo Cornejo, ha sostenido, la necesidad de un acuerdo. Dice y bien, «Debe institucionalmente el Gobierno llamar al dialogo».
Comenzar así, a jugar ese partido que podría ser la última oportunidad para resurgir.
El Gobierno, como lo ha señalado correctamente el Presidente de la UCR, debe volver a fojas cero con algunas iniciativas que no pueden sostenerse para comenzar el dialogo; olvidar la reforma judicial impuesta sin consensos, dejar muy claro la defensa de la propiedad privada sin ambigüedades como viene sucediendo o ciertas acciones que podrían afectar la libertad de expresión (Nodio).
Recordando por estos días a Raúl Alfonsín, que nos sigue orientando a los radicales y que tanto seduce al Presidente Fernández, el Gobierno debe convocar a la Oposición a forjar un Pacto:
«Con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros y para todos los hombre del mundo que quieran habitar el suelo argentino».
Será la plena vigencia de la Constitución Nacional o seremos cenizas.
Sergio Bruni
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