En mis días de estudiante de abogacía, existieron libros y autores que marcarían el resto de mis estudios y en particular, mi vocación por las cuestiones públicas.
A uno de ellos lo encontré estudiando derecho político, fue leyendo «La democracia en América» de Alexis de Tocqueville, donde el autor hace un análisis del sistema democrático norteamericano, impresionado por su influencia diaria en los ciudadanos, generando un clima de igualdad de oportunidades. Esta característica del sistema político-institucional se tradujo en una transformación económica y social sin parangón, en contraste con la situación que vivía el continente europeo en ese momento.
Como señalaba al principio, fui invitado como observador en las elecciones pasadas. Constituyó una elección histórica, en el país de la democracia y la igualdad de oportunidades, en la tierra del sueño americano a casi 230 años de su declaración de independencia y a 150 de la abolición de la esclavitud, un hombre de raza negra llegaba a ocupar la primera magistratura.
Sentí en aquél momento, el enorme privilegio de asistir a un hecho histórico, que con el paso del tiempo, adquirirá una significación relevante en los anales de la democracia.
EEUU es un país particular y sus elecciones también lo son. Un país extenso, con ciudadanos que comienzan a escrutar los votos en la costa este, mientras otros todavía ejercen su derecho al voto en la costa oeste. Estados que mantienen el sufragio en boletas de papel, mientras otros han pasado al voto electrónico y Estados que regresaron al sistema de papel, porque encuentran en el voto electrónico más posibilidades de fraude que en el sistema de papel tradicional.
Un sistema electoral con el voto voluntario, manteniendo aún el sistema de elección indirecta del presidente a través de un colegio electoral, conformado por representantes de los Estados, y donde el bipartidismo es extremadamente fuerte. Una elección que se realiza cada cuatro años con la posibilidad de una reelección, y una fecha prevista en la constitución, el primer martes del mes de noviembre, por lo que los ciudadanos y candidatos conocen con antelación y certeza, el período durante el cuál se desarrollará la campaña electoral y el día que deben sufragar.
Las campañas electorales tienen entre otra características, la búsqueda del voto de las diversas minorías étnicas, como los afroamericanos, los hispanos y los asiáticos. Aquí los medios de comunicación, en general, toman públicamente posición por uno u otro candidato, y el día del sufragio no deja de ser laborable. Prácticamente nada se altera el día de la elección del presidente del país más importante del planeta.
Nuevamente estoy participando como lo hice en el 2008, en la misma condición de Observador Internacional en el distrito federal de Washington, donde aquél presidente de color intenta conseguir su reelección.
La sensación previa, luego de intercambiar impresiones con diversos actores sociales, es que a esta reelección el presidente Obama la podrá conseguir, aún atravesando una extensa crisis económica. Su pueblo no olvida que el actual presidente recibió un país con dos frentes bélicos, y con la peor recesión que conociera éste país, después de la trágica recesión de los años 30.
Debo señalar, que el imprevisto y catastrófico accionar de la naturaleza con el huracán Sandy, que alteró la campaña, permitió mostrar a un presidente muy activo que se puso al frente de este accidente climático. Esta actitud ha sido reconocida incluso por sus opositores, en algunos casos muy notorios, como el Alcade de Nueva York que no pertenece a su partido, quién no sólo reconoció el rol del presidente sino que hizo público su llamado a votar por Obama.
De cualquier modo habrá que espera hasta el martes por la noche para saber la decisión del soberano, en una elección que no le puede resultar ajena a ningún país del mundo.
Muchas cuestiones se ponen en juego con una elección de los EEUU en el plano internacional.
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