Notas de Opinión, Prensa ; 2 diciembre, 2024 a 11:04 am

El autor, ex legislador, explica la importancia de la autonomía municipal y cuáles son las claves.

Participación Ciudadana y Transparencia: pilares de la Autonomía Municipal
Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

La importancia de la autonomía municipal plena es un asunto que va más allá de la frialdad de los tecnicismos administrativos. Es un canto a la libertad, una declaración de confianza en el poder de las comunidades para dirigir su destino, para decidir sin intermediarios cómo resolver sus problemas y cómo crear las condiciones para el bienestar de sus ciudadanos.

Es un concepto, sin duda, fundamentalmente humano, profundamente ligado al deseo de crecer, de ser mejor, de no conformarse con el papel de espectador. En el vasto escenario de los municipios de nuestro país, la autonomía se vislumbra como la clave para transformar la realidad cotidiana, para convertir a cada comuna en la protagonista de su historia.

Hablar de autonomía municipal es referirse a la capacidad de cada comunidad para esculpir su futuro, sin la injerencia de un gobierno distante que rara vez comprende las sutilezas que definen a cada pueblo. Desde Tilcara hasta Ushuaia, cada municipio tiene su propia identidad, sus propias urgencias y sus propios sueños. No se puede aplicar un mismo criterio a realidades tan distintas; no se puede esperar que la mirada de un funcionario del poder central, comprenda lo que realmente necesitan vecinos de conformaciones muy diversas.

La autonomía municipal no es solo una cuestión de administración; es una herramienta de empoderamiento. Al tener la capacidad de decidir en el ámbito local, los ciudadanos encuentran un espacio para participar activamente en la construcción del futuro de su comunidad.

Diversos municipios han implementado presupuestos participativos que permiten a los vecinos decidir cómo se deben gastar los recursos del municipio. Esto, más que un mecanismo de gestión, es una lección de democracia, una forma de involucrar a los ciudadanos y de hacerles sentir que su voz importa.

En el municipio, la cercanía entre los funcionarios y la población facilita el entendimiento de las demandas sociales. Aquí, los problemas no son números en un informe estadístico, son rostros, nombres, historias. Y cuando la gente ve que sus demandas son escuchadas, también se compromete a ser parte de la solución. La transparencia se convierte, entonces, en un valor cotidiano, no en una obligación legal impuesta desde arriba.

Naturalmente, el camino hacia la autonomía municipal plena no está exento de obstáculos. Los municipios, en general, dependen de transferencias de recursos desde el gobierno provincial o nacional, lo que limita su capacidad para actuar con independencia. Pero no todos los desafíos son límites. La escasez de recursos ha llevado a muchas comunas a buscar soluciones creativas o la colaboración entre municipios también ha mostrado ser un camino viable, especialmente para aquellos municipios más pequeños que por sí solos no tienen la capacidad de gestionar ciertos servicios.

La autonomía municipal es también una forma de defender la identidad de cada comunidad. En un país tan diverso como argentina, cada municipio tiene su historia, su cultura, sus valores, y la autonomía es la herramienta que permite que esas particularidades sean reconocidas y preservadas.

Esta autonomía para decidir sobre la cultura, la educación y el patrimonio es fundamental para que los municipios puedan adaptarse a los cambios que trae consigo el mundo moderno, sin perder su esencia. En tiempos de globalización, mantener viva la identidad local es un acto de resistencia, una forma de asegurar que el progreso no signifique homogeneidad, sino diversidad y respeto por la historia de cada comunidad.

La autonomía municipal plena no es una simple reivindicación política, sino una necesidad para lograr el desarrollo integral de las comunidades. Al otorgar a los municipios la capacidad de tomar decisiones propias, se les da la oportunidad de actuar con rapidez y eficacia, adaptándose a las necesidades y aspiraciones locales.

El caso de Malargüe, que busca convertirse en autónoma nos recuerda que el deseo de mayor autonomía es, en el fondo, el deseo de cada comunidad de ser dueña de su presente y futuro, de poder decidir cómo quiere vivir y crecer.

Es inevitable citar el art.123 de la Constitución Nacional que con la reforma del año 1994 aseguró la autonomía de los municipios en el plano institucional, político, administrativo, económico y financiero. Si después de treinta años, algunas provincias por el sistema rígido que tienen para reformar sus cartas magnas, no pudieron avanzar con la manda de la reforma constitucional, es de todo rigor afirmar, que cada municipio puede y debe, atribuirse esa potestad para consagrar en sus propios ámbitos la autonomía municipal plena. 

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