El análisis político y la opinión de Sergio Bruni, con un alegato en defensa de más democracia a la democracia, que no es juntando gente en la calle sino votando: las PASO en riesgo.
Desde hace algunos días, ciertas voces han salido a insinuar, la necesidad de suspender las Elecciones PAS0 2023.
Con «preocupación» esas voces ahora pretenden explicarnos, que las elecciones PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) son un «gasto» innecesario para la economía del país.
Nada más lejos de la realidad en una sociedad que busca instrumentos de participación y transparencia a la hora de elegir representantes en los distintos estamentos, más aún teniendo en cuenta, que en el 2023 se elegirá el próximo presidente de la argentina.
Para poder participar en las elecciones generales, cada agrupación debe obtener en las elecciones primarias al menos el 1,5 % de los votos válidos totales por categoría -esto significa apoyar a los partidos pequeños y ponerlos a todos en igualdad de condiciones ante la sociedad que elige-
Las PASO -una de las herramientas más transformadoras, desde el punto de vista institucional-electoral- de la última década de nuestra vida democrática; es el ámbito más plural y genuino de «participación ciudadana».
Su creación en el año 2009 a través de la ley 26.571, tuvo su primer debut en los comicios nacionales del año 2011. Tiene por objetivo que los votantes decidan las internas de los partidos o frentes electorales de un modo obligatorio y que, en las elecciones generales, fuese construida la oferta electoral definitiva con aquellos espacios de cierta relevancia entre los electores del país.
Al igual que en una elección general, el voto es obligatorio y su inasistencia debe justificarse con los correspondientes certificados ante la Justicia Electoral (distancia geográfica, enfermedad o causas de fuerza mayor).
Las PASO son las herramientas para que las «expresiones mal llamadas chicas» puedan hacer sentir sus voces en los concejos deliberantes, en los parlamentos, en las provincias ¿Entonces por qué decir NO ahora, a una herramienta que representa a la mismísima sociedad? Más, teniendo en cuenta que la experiencia ha sido muy valiosa como método de participación de la ciudadanía y de aquellos actores sociales, que han decidido ingresar en la competencia electoral.
Los mismo que aplaudieron y pidieron por ella, hoy piden que sean derogadas a pocos meses del vencimiento de las primeras fechas de cierre de la presentación de listas. Esto al menos en el caso de nuestra provincia.
Las viciadas artimañas políticas, con el pretexto de no gastar dinero piden su derogación o «suspensión transitoria».
¿Puede algún dirigente, extrañarse ante la bajísima consideración que la opinión pública tiene de los políticos? La sociedad muestra signos preocupantes de hartazgo, entre otras razones, por este tipo de manoseo a nuestras instituciones, que, entre otras consecuencias, provoca falta de confianza entre los emprendedores, los inversores, o sea, desalentamos al motor que pone en funcionamiento la economía de un país, que se retrae ante un panorama político desolador
El mundo tiene cientos de países confiables, con reglas claras, perdurables y seguridad jurídica, ¿cuál sería el motivo de invertir en un país siempre al borde del abismo?
Debatir es tan sano, como participar y, sobre todo, cuando se respetan los resultados y fundamentalmente, todos nos inclinamos con devoción cívica, ante el cumplimiento de las leyes y las normativas jurídicas que han sido creadas y sancionadas.
En el año 2009 era imprescindible la referida ley 26.571 y las leyes que siguiendo esta legislación madre fueron sucesivamente aprobadas, para lograr la democratización de la política en toda la Argentina, en cada pueblo, en cada departamento, se buscaba -acertadamente- con ella la transparencia y la equidad electoral.
¿Hoy ya no les sirve? ¿Hoy pocos años después se desprecia este buen instrumento electoral?
Las llamadas PASO vinieron a traer aire fresco a la democracia, no le quitemos el respirador, por meras conjeturas dirigenciales que colocan a la política, cada vez más deteriorada y desaprobada ante la vista del ciudadano común.
Debemos defender la mejor democracia posible, la más participativa, la más trasparente, la que busca acuerdos o consensos sin descanso alguno. Frente a tamaño desafío debemos dar batalla argumental a quienes con sus amañadas maniobras y en uso de mayorías pasajeras, buscan dañarla.
Mientras las especulaciones de coyunturas vayan en escalada y la política provoque menor participación ciudadana en el debate y las decisiones públicas, la violencia social la encontraremos a la vuelta de la esquina.
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