Notas de Opinión, Prensa ; 8 febrero, 2022 a 11:39 am

Sergio Bruni aporta en esta columna una mirada distinta a la idea de mejorar el sistema electoral en Mendoza, en medio del debate sobre la Boleta Única Papel.

La Boleta Única no elimina la lista sábana

Se está debatiendo por estos días un proyecto enviado por el Poder Ejecutivo de la provincia a la Legislatura proponiendo la implementación de la denominada Boleta Única Papel (BU).

En este mismo medio, he leído la medulosa columna de la diputada María José Sanz, quién además de diputada provincial es uno de los mejores cuadros políticos que puede exhibir Mendoza.

Votaría con las dos manos este proyecto de BU, porque tiene infinitas ventajas para mejorar el sistema electoral. Con precisión quirúrgica la diputada Sanz enunció sus virtudes y beneficios.

1.-Económicos. La autoridad electoral solamente necesita imprimir un leve número superior al de los electores habilitados.

2.- Garantiza la igualdad para los partidos y los candidatos.

3.-Promueve la transparencia al evitar prácticas como el voto cadena, las listas espejos o las colectoras, el robo de boletas o agrego de mi cosecha, la movilización de un batallón de militantes de un día que hacen de fiscales de los partidos políticos más importantes, mientras que las expresiones más pequeñas carecen de fiscalización ese día de los comicios.

Podrían agregarse muchos otros aspectos que constituyen un avance inexplicablemente ausente a esta altura de los tiempos. Llega tarde, pero es bienvenido su arribo. Elimina las listas partidarias, sí, es cierto, pero la lista sábana, afortunadamente desde mi mirada de la institucionalidad política, se mantiene vigente. 

Debo aclarar que años atrás no tenía exactamente este pensamiento, la experiencia y poder observar desde otro lugar la realidad me permiten pensar de un modo diverso, aunque sea parcialmente. El debate más que en las listas completas hoy lo sitúo en la calidad de la representación. Allí está el gran dilema a resolver de la democracia.

No comprendo el obstinado discurso de miembros del partido al que pertenezco y funcionarios políticos que afirman una y otra vez que el proyecto de Boleta Única termina con la lista sábana.

La lista sábana seguirá vigente. Aunque tenga mala prensa, es lo mejor de lo conocido en voto papel. Insisto el problema es otro. 

Es seguro que las encuestan dirán que «la gente» está de acuerdo en un 95 por ciento en eliminar la lista sábana, pero gobernar con la foto de una encuesta tiene un pequeño problema: «la gente» puede cambiar de opinión al observar que no es bueno el sistema, o que en la práctica no es lo que pensaban o le decían que era. ¿Qué debiéramos hacer en estos casos? ¿Cambiar de nuevo? No puede estar ausente en decisiones de tamaña envergadura el pensamiento político-estratégico.

Lo contrario a la mal denominada y demonizada lista sábana, -su nombre es Lista de Bloque- sería que se pudiera elegir sin un criterio de cierta homogeneidad. Esto bloquearía los necesarios consensos para las reformas que una comunidad necesita. «En política, cuando no hay consensos impera la violencia», en palabras de Raúl Alfonsín.

Así, en el caso de Mendoza que se debe elegir la mitad de los integrantes de ambas cámaras cada dos años, en dos elecciones podríamos tener 86 «Bloques Unipersonales» un contratiempo económico y una tragedia para el Parlamento. El festival de las vanidades, terminaría con la buena política. No sobrará actualmente, pero claramente existe.

Cierta vez me contaba una amiga radical de Santa Fe, donde se eliminó la lista sábana, que un bailantero le ganó una banca de legislador a un prestigioso médico. ¡Ganó lo popular perdió el prestigio!

El inigualable Cacho Garay, a quien admiro por haber construido la identidad cultural del humor mendocino, en sus pagos de Luján de Cuyo, arrasaría con los buenos políticos que ese departamento puede mostrar. Quizá sea una revelación también a la hora de gobernar.

Un capo narco de las barriadas populosas del oeste mendocino podría imponerse a los buenos ciudadanos políticos, que los departamentos del Gran Mendoza poseen. Ejemplos como estos sobran en la región, donde los narcos han llegado por el voto popular a posiciones de poder. Problema en puerta si no nos anticipamos.

La tensión entre lo popular y lo prestigioso, sin excluir a los colados de siempre, debe dirimirse en favor del mérito y del prestigio. De lo contrario las instituciones políticas gozarán cada día más, de la peor de las famas.

Los procesos de reformas institucionales no deben ser iniciativas espasmódicas sin un camino trazado y objetivos que luego puedan materializarse. 

En el gobierno de Alfredo Cornejo se trabajó meticulosamente una reforma del sistema judicial, por ello, ostenta esa reforma un exitoso funcionamiento a través del tiempo: eliminación de la puerta giratoria, la reiterancia delictiva como factor de exclusión de las excarcelaciones masivas, el juicio por jurado, la implementación del nuevo código procesal en toda la provincia, etc. etc. (la lista es demasiado extensa para citarla completa en esta columna).

Volvamos al proyecto de BU: no se elimina la lista sábana porque van todos los nombres en la boleta. Podrá ir la foto del primero, el «cabeza de lista», pero la lista que elegiremos es cerrada y completa. Está bien que así sea, por lo antes referido a la fiesta de las vanidades y porque los partidos políticos tienen reconocimiento constitucional. (Art. 38 de la CN: «Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático»).

Otra cuestión bien distinta, es pensar en cómo mejorar la representación política, para que el rapero o RKT, L-Gante no sea el próximo presidente.

Acá sí, debemos los ciudadanos y dirigentes políticos, plantearnos un desafío de enorme magnitud. Este es «el tema» para que una gran masa crítica reflexione acerca de la calidad de la representación. Acá se juega el resurgimiento de la forma democrática o asistiremos impávidos al ocaso de su esplendor.

Será difícil saldar el debate, pero si no lo pensamos, si no se crean espacios de pensamientos desde el Estado, si no le ponemos el necesario empeño, resultará imposible. Mendoza tiene personas de los más diversos pensamientos, que mucho pueden aportar en este tema vital.

Esbozaré una idea que no me pertenece pero que comparto plenamente. César Biffi, un político cabal y con letras en mayúsculas, escribió el año pasado en el prólogo de un libro sobre «El Parlamento» de mi autoría: «Con la pretensión de que el votante, antes de ejercer su derecho a elegir mire con mucha atención la lista de legisladores/ras que presentan los partidos. Creo necesario que al menos, en las elecciones a gobernador los que finalmente sean ministros del primer gabinete del Poder Ejecutivo que inicia su mandato, deben ser elegidos entre diputados y senadores. «¿Restringe la discrecionalidad del PE?», se pregunta Biffi, la respuesta es que sí… Pero al mismo tiempo obliga al ciudadano a observar con lupa esas listas porque de entre esos nombres saldrá un ministro de Gobierno, de Hacienda, de Infraestructura, de Seguridad, de Justicia, de Turismo o de Salud. Obligará a los partidos a que sus listas de candidatos sean hombres y mujeres reconocidos por sus capacidades, talento y/o conocimiento sobre los temas que hacen a la agenda política pública de nuestra provincia. De más está decir que obligará a los partidos a prestar especial atención a los que finalmente postulen. Y empodera al ciudadano».

El desafío de pensar cómo mejorar la calidad de la representación queda abierto. Es un camino complejo, no se resolverá con un simple atajo.

¡Boleta única sí! Pero hablemos claro. Nada mejor para el ciudadano harto de estar harto.

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