Sostiene Bruni en esta columna que «en el gobierno, oficialismo y oposición dentro del mismo espacio político, juegan con fuego».
Si una foto política puede ser una instantánea con la pretensión de mostrar unidades efímeras, hoy en el frente gobernante ni siquiera pueden posar. Es tal el punto de fricción que ‘ni la foto del final les puede salir’.
El problema no es que no haya foto, es que, en el fondo de pantalla oscuro, por las irresponsabilidades e incongruencias políticas de quienes nos gobiernan, millones de argentinos se encuentran a la deriva, tratando de sobrevivir en un mar de copiosas tormentas.
Días atrás, cuando los diputados de La Cámpora y algunos otros sectores muy cercanos a las ideas populistas de CFK votaron en contra del acuerdo que firmará el Gobierno con el FMI para refinanciar una deuda de 45 mil millones de dólares, se tornó evidente que el Frente de Todos no terminará bien su vida pública. Que no termine bien el gobierno por incompetente, a lo que se suma su fractura interna, significará otro retroceso histórico y una nueva frustración para el país.
Como payasos de circo (con todo respeto por tan queribles personajes) juegan a golpearse de la manera más artera posible. Los del circo nos hacen reír sanamente, en cambio estos provocan escenas trágicas tanto en el plano económico como en el institucional.
¿Cómo puede entenderse que la aprobación de un acuerdo de pago al FMI para no caer en default, sea posible por el apoyo de la oposición y el rechazo de los sectores más fanatizados del Frente de Todos? Será hora de comenzar a identificarlos de otro modo. Aunque nunca fue de todos, ahora confrontándose entre ellos, es el frente de nadie.
¿Sabrán los integrantes de La Cámpora, qué implica para un país -cualquiera sea- entrar en default? Les contaremos las consecuencias que deberían saber, excepto que hayan estudiado solamente en el Instituto Patria.
Veamos, un default significa que se elevaría el nivel de incertidumbre o desconfianza con el consecuente espanto a cualquier inversión real de capitales nacionales o extranjeros. Caída de la actividad económica, probables corridas bancarias; en esta situación, tanto la nación como las provincias en un país en default o cesación de pagos, no podrían recurrir al financiamiento o refinanciamiento internacional, en síntesis: aislarse del mundo. ¡El caos total!
No puede creerse que cuestiones tan básicas sean desconocidas por quienes abrevan en las ideas del populismo k. Saben bien de qué se trata, se borran despavoridos porque la papas que ayudaron a quemar arden más que nunca.
Al presidente Fernández, herido por los desaires de sus ex socios políticos y desconcertado por la ruptura inminente, no se le ocurre mejor idea que lanzar una «guerra contra la inflación». Usar tal expresión en un contexto de guerra que tiene en vilo a la humanidad, ya es de pésimo gusto. Además de falta de ética, carece de estética el gobierno de Fernández. Más aún, las escasas e inconsistentes medidas anunciadas solo contribuyen a generar mayor desconfianza en un gobierno con pronóstico reservado y un país que ya no puede sostenerse; mientras en el gobierno, oficialismo y oposición dentro del mismo espacio político, juegan con fuego.
Para que nadie baje los brazos entre quienes militamos por la República contra los populismos, el fragmentado frente de gobierno tendrá un motivo que los unirá transitoriamente. La causa será el tratamiento de una nueva ley del Consejo de la Magistratura. En otras publicaciones nos hemos referido al ejemplar fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El 16 de diciembre del 2021, en los autos caratulados «Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y otro c/EN-ley 260080-dto816/99 y otros s/proceso de conocimiento» la Corte anuló la reforma del Consejo de la Magistratura impulsada por Néstor Kirchner.
Sostiene el fallo que esa ley es inconstitucional y exhorta al Congreso a sancionar una nueva ley, modificatoria de la impulsada por el ex presidente en el año 2006. La ley 26080 rompió el equilibrio de la representación, contrariando el art.114 de la Constitución Nacional.
El miércoles pasado, en la reunión plenaria de las Comisiones de Asuntos Constitucionales y de Justicia y Asuntos Penales, los enemistados socios se confundieron en un simbólico abrazo para intentar someter a la justicia. El Dr. Daniel Sabsay, reconocido constitucionalista, invitado a exponer sobre el tema en el plenario de las comisiones, sostuvo: El proyecto del oficialismo es abiertamente inconstitucional porque no incorpora al presidente de la Corte Suprema, entre otros fundados argumentos. Sostuvo Sabsay: «El proyecto del oficialismo no respeta el Fallo de la Corte». Debe inferirse que, una nueva ley que no respete las observaciones realizadas por el Fallo de la C.S.J.N. será nuevamente atacada por ser inconstitucional, como la ley 26080.
A pesar de esta calificada advertencia y de otros expositores como el reconocido jurista Dr. Alfredo Vítolo –ambos doctrinarios pertenecen a REJIA– el oficialismo impuso el cuestionado proyecto sin modificación alguna, para tratarlo el próximo 31 de marzo en el recinto del Senado de la Nación.
Es de esperar que, con la Cámara de Diputados en una composición más variopinta, donde la oposición puede llegar a conseguir los apoyos necesarios, se debata con la suficiente seriedad institucional el futuro Consejo de la Magistratura, órgano vital de rango constitucional que fue creado para garantizar una justicia independiente. Jueces independientes no significa jueces sin ideologías, sino jueces que dicten sentencias, apegados a la ley y sin consultar al poder político de turno.
Más que nunca se requiere una fuerte movilización de las conciencias ciudadanas, ya que, de prosperar el proyecto oficialista, avanzarán sin piedad para incendiar la división de poderes, principio esencial de todo sistema republicano.
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