El cambio de paradigma que venimos proponiendo sobre la elección de los candidatos que presenten los partidos políticos para ocupar cargos electivos, por medio de las P.A.S.O, atraviesa por una nueva fase.
La incorporación del sistema de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias a nuestro régimen electoral se hacía necesario con el fin de otorgarle un poco de aire fresco a un sistema de cuya crisis nadie duda. Y es así que fue aplicada en la órbita nacional, abriendo el debate hacia las particularidades de cada provincia, del cual Mendoza no puede ser ajeno.
Hemos dicho que la aplicación de la norma que la Nación puso en vigencia en el año 2009 puede comparase con la “revolución electoral” que supuso la puesta en marcha de la denominada Ley Sáenz Peña, ya que resulta un instrumento de apertura de los partidos políticos hacia la sociedad, en la búsqueda profunda para terminar con estructuras anquilosadas y otorgar mayor calidad institucional, permitiendo que la gente decida y no sólo unos pocos encerrados entre cuatro paredes.
Pero debemos advertir también que este sistema no termina con un indudable problema: la boleta sábana, verdadero narcótico de la representatividad. En ella muchos dirigentes de cualidades desconocidas se sostienen adheridos a quien encabeza la lista, convirtiendo toda propuesta en un “gatopardismo”, pareciendo que algo cambia para que nada cambie.
En este contexto se hace hincapié también en la adopción de un sistema por voto electrónico. Si bien es cierto que este proceso se utiliza actualmente en muchos países desarrollados, algunos de ellos se encuentran revisando su utilización, sobre todo por la falta de confianza que el mismo implica.
Un caso testigo fue la elección presidencial de los Estados Unidos. En Florida nunca quedó claro si el candidato ganador de los comicios fue realmente quien había conseguido la mayoría de los votos sufragados. Por ello, revisando el método, el Estado de Virginia implementaba un sistema doble, donde el ciudadano optaba por el de su preferencia: la máquina electrónica o el tradicional de la boleta de papel.
Llaman también nuestra atención casos como el de Holanda, que dejó de usarlo en 2008, o Alemania que lo declaró inconstitucional en 2009 señalando “que las elecciones son un acto público y que por tanto, deben ser comprendidas por cualquier ciudadano independientemente de su formación. Implementar voto electrónico sería dejar que la democracia salga de manos de los ciudadanos y quede bajo el control de una élite”; o el caso de Brasil donde el secreto de las urnas fue vulnerado por expertos en seguridad informática de forma rápida, sencilla y económica, identificando el sufragio de un votante mientras se usaba una urna electrónica.
Me pregunto entonces, ¿por qué implementar un sistema electivo para el cuál no todos estamos preparados, siendo que además existen dudas sobre su confiabilidad?
En el estado actual de las cosas el sistema de voto electrónico y su complejidad aleja al ciudadano común de la participación, significando además un menoscabo a las facultades ciudadanas de auditoría sobre los comicios. Sólo expertos en electrónica e informática estarían capacitados para hacer este tipo de fiscalización.
Los cuestionamientos anteriores no son menores, por cuanto atacan la base del sistema democrático a través del fraude y la negación del secreto del voto. Pero no es menor tampoco que la adopción de este sistema se realice tercerizándolo. Trasladando el control de un acto público esencial de la democracia a manos de una empresa con intereses privados serán lógicas las dudas sobre su posible manipulación. En los EE.UU – dónde, como hemos dicho, se encuentra cuestionado el sistema-, dos de las tres más grandes empresas proveedoras de urnas tienen vínculos directos con el Partido Republicano, incluyendo en algunos casos hasta la participación accionaria de los mismos.
De esta manera, el proyecto impulsado por el oficialismo sencillamente sostiene el poder de los aparatos ya que: mantiene la lista sábana, no permite el desdoblamiento de las elecciones ni la incorporación de la boleta única, pretende añadir el voto electrónico introduciendo un sistema cuestionado y generando falsas expectativas con un falaz disfraz modernizador.
Entonces ¿por qué no otorgar simpleza, economía y practicidad a la elección? Podría mantenerse el voto en papel pero fraccionado de acuerdo a las distintas categorías, donde el ciudadano sólo debería armar su voto eligiendo cada una de las ellas, pudiendo optar por candidatos que representen a distintos partidos y proponiendo además la posibilidad de efectuar una elección por tachas en aquéllas categorías de cuerpos colegiados como legisladores y concejales. Con ello facilitaríamos la participación y el control del ciudadano, el cual es el verdadero fin de todo sistema electoral.
Por todo lo dicho es que, a nuestro entender, las P.A.S.O a la mendocina representarán sólo un pequeño pasito. Tengamos la responsabilidad y el cuidado suficiente para que este buen sistema, no represente varios pasos hacia atrás.
Por Sergio Bruni para Sitio Andino
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