Notas de Opinión, Prensa ; 5 mayo, 2013 a 9:01 am

El Gobierno escolar en la provincia de Mendoza, se encuentra en la implementación de una reforma en el sistema disciplinario en los establecimientos escolares de la provincia.

Mucho se ha dicho en los medios de comunicación sobre el tema, en particular sobre lo referido a la eliminación de las amonestaciones. Sin embargo el propio gremio de los trabajadores de la educación ha admitido su desconcierto frente a la medida, pues no ha sido consultado sobre la implementación de la misma.

Podemos decir sobre lo que conocemos, pues no han trascendido mayores detalles hasta el momento, que la misma tiende a sostener la presencia de los alumnos en la escuela, pues éste gobierno como continuidad respecto de la gestión Jaque, privilegia la inclusión por sobre la educación de calidad, propuesta ésta que ha sido generada en las gestiones del radicalismo, donde se instauraron, la doble escolaridad, los exámenes globales, el incremento de horas cátedras en materias de relevancia, como lengua y matemáticas, y por consecuencia el aumento de cargos docentes, en entre otros cambios.

Pero más allá de cualquier cuestión relativa con la currícula escolar, lo que aquí nos interesa es analizar el régimen disciplinario y su relación con la autoridad escolar, es decir fundamentalmente el maestro o profesor de grado o año.

Se puede cambiar la forma, el procedimiento, en el caso que nos toca el sistema de amonestaciones por puntos. Lo significativo aquí es encontrar un sistema que funcione y que devuelva la autoridad al docente, principal responsable del aula, con el fin de disminuir los conflictos, y reestablecer el clima de armonía que se requiere para impartir la docencia.

Pero no es sólo la relación educador educando la que nos lleva a proponer un nuevo paradigma en materia de disciplina escolar. Nuestra posición encierra a toda la comunidad escolar, pues es necesario que el mismo contenga a todos los actores que intervienen el proceso de aprendizaje, pues en muchos casos los incidentes por indisciplina los encuentra como protagonistas, y no sólo en el contexto de la escuela, sino que en muchas ocasiones fuera en camino a la misma, o de regreso al hogar.

Pero también el sistema tiene que atender a otra problemática cada vez más extendida, sobre todo en el nivel medio, la deserción escolar. Ahí debemos hacer pesar sobre todo la responsabilidad de quienes ejercen la patria potestad sobre los niños o jóvenes.

El sistema de disciplina actual, sea a través de las amonestaciones o por un sistema de puntos, no discurre demasiado uno de otro. Ambos comparten en el fondo el principio retributivo, donde producido determinado hecho disvalioso corresponde una sanción, tal cual el sistema penal actual.

Precisamente cuando hablo de nuevo paradigma propongo reemplazar éste sistema retributivo por uno restaurativo, el cual tiene mucho más que ver con el proceso de aprendizaje.

Este sistema intenta restaurar la situación que se encontraba con anterioridad al hecho disvalioso. Aquí quiero resaltar y citar la opinión de la Dra. Aída Kemelmajer, que nos viene proponiendo para otro ámbito, pero que se encuentra relacionado, es decir la justicia penal de menores la incorporación de un proceso penal juvenil basado en un criterio de restauración: «En la teoría de la justicia restaurativa, reparar no significa, como en la teoría general de del derecho de daños, compensar económicamente el daño causado; la reparación tiene un valor mucho más profundo; sobre todo, tiene un «espesor ético que la hace más compleja que el mero resarcimiento», por eso, sobrepasa la idea de reparación material entre dañador y dañado; idealmente, comprende la restauración de los lazos sociales entre la víctima y el dañador, entre la víctima y la comunidad, y entre el dañador y la comunidad. En otros términos, la reparación del dañador a la víctima es el punto de partida de una transformación más profunda de las relaciones sociales en juego. Esta perspectiva reconoce la confluencia de varios principios desde que la reparación intenta, al mismo tiempo, recuperar el papel de la víctima en el proceso, consolidar la función pacificadora del derecho penal, y resocializar al delincuente.» Y prosigue la Dra. Kemelmajer «Se trata de un concepto amplio de reparación que atiende no sólo al resultado sino a todo el proceso. Comprende la reparación material (devolver lo robado, volver las cosas al estado anterior a la destrucción de la cosa, etcétera), pero también curar la aflicción producida a la víctima»

Debemos atender ésta problemática desde otra dimensión, por cuanto desde el sistema retributivo tradicional, no se han alcanzado resultados satisfactorios.
Sin caer en frases hechas, repetidas hasta el hartazgo, el futuro de las nuevas generaciones lo encontraremos solamente en las aulas.

El desafío entonces tiene como objetivo reducir el conflicto, la violencia y los enfrentamientos en el ámbito escolar. Asimismo reducir la deserción escolar, con el firme propósito de establecer a la escuela como la herramienta fundamental que le posibilite a generaciones de argentinos, tal cual en el pasado, construir una sociedad con movilidad social, de progreso, basada principalmente en la igualdad de oportunidades.

Sergio Bruni, abogado, Pte. Instituto de Políticas Públicas (UCR)
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