

El discurso inicial del Sr. Ministro de Economía, Axel Kicillof, se encuentra en crisis. Esto no es una novedad. Debió admitir que su política de «minidevaluaciones» generaba una corrida permanente hacia el dólar, convalidando una devaluación súbita del peso nacional de alrededor del 18% para luego, con el aumento de la tasa de interés del Banco Central, aceptar que la cantidad de dinero circulante es la causa principal de la caída de divisas y la depreciación de la moneda argentina.
Pero no sólo en cuanto a su relato macroeconómico ha debido retractarse. Su política energética no está exenta. Luego del anuncio “fundacional” de la petrolera estatal y su nacionalización, el Gobierno Nacional debió salir en la búsqueda presurosa de capital internacional con el fin de resolver – en poco tiempo – la falta de inversión que la gestion energética nacional y popular (en manos mayoritarias de Repsol) generó durante una década sobre la prospección, perforación y explotación petrolera.
Veinticuatro horas después de que Cristina Kirchner anunciara la expropiación de YPF, Axel Kicillof – por aquél entonces Viceministro de Economía -, concurrió al Senado para fustigar durante horas la gestión de Repsol, olvidando un “pequeño” detalle: el Estado argentino era socio de esa empresa y como tal podía controlarla desde su propio directorio. No obstante, y en tono arrogante, declaraba que no se le iba a pagar un peso a la petrolera española en concepto de indemnización a raíz de los pasivos ambientales que la explotación indolente de Repsol nos legó.
Sin embargo, el acuerdo oficial con Repsol fue un tanto diferente de aquellas grandilocuentes manifestaciones. Una compensación de U$D 5.000 millones por la expropiación del 51 % de las acciones de YPF y las garantías para su pago efectivo, el desistimiento recíproco de las acciones judiciales y arbitrales interpuestas y la renuncia a nuevos reclamos – incumpliendo de esa manera la ley votada en el Congreso de la Nación que establecía la obligación de respetar la suma que fijara el Tribunal de Tasación -.
Pese a tanta bravuconada y jactancia discursiva, tenemos la certeza de que vamos a pagar una compensación que no se limitará a los miles de millones antes mencionados. Por el contrario, con los intereses, se duplicará el valor inicial, y no será éste gobierno el que abone un solo centavo de dólar a Repsol.
Pero no todo termina allí. El perjuicio para las provincias productoras de petróleo será ineludible; deberán soportar el costo de la remediación de los pasivos ambientales que aquella empresa generó irresponsablemente durante su gestión en YPF.
Esos pasivos no sólo son peligrosos para la salud humana y el ecosistema, sino que resultan de difícil y costosísima remediación. Ejemplo de ello es la pérdida en el poliducto que va desde Mendoza hasta La Plata (a la altura de La Dormida, Departamento de Malargüe); la probable contaminación en el Acuífero Luján realizado por la Destilería y por las aguas de purga filtradas por las piletas mal selladas, entre otros.
Mendoza es copropietaria de YPF, en un 5% de acuerdo a lo firmado por el Gobernador Pérez y – quedando relegada por otras provincias como Santa Cruz y Neuquén en el proceso de reestatización – por ese porcentaje es acreedora de los dividendos que la misma generará por la explotación del yacimiento más importante de Sudamérica, Vaca Muerta. Ese yacimiento de petróleo no convencional convierte a la Argentina en el tercer país del mundo en reservas gasíferas, solo detrás de los EEUU y China, con un valor estimado de 18.700 millones de dólares y donde Mendoza posee alrededor del 20%.
En este contexto, y aunque el futuro de los mendocinos está en juego, el Gobierno de la Provincia aún no se expresa en cuanto al rol que debe ejercer en materia de política energética, y en particular respecto de la política petrolera, a pesar de los anuncios y la ley sancionada sobre la creación de la empresa provincial de energía, por lo que esperamos aún el pronunciamiento de la administración provincial tanto respecto del convenio con Chevron, y ahora, respecto de la remediación de esos pasivos ambientales en nuestro territorio.
El petróleo no es una fuente inagotable de divisas. Es preciso recordar que nos referimos a un bien no renovable, y por lo tanto los ingresos generados a partir de su explotación deben ser invertidos en forma sustentable, estratégica y con seguridad. Si así no lo hiciésemos, condenaríamos ineludiblemente a nuestras futuras generaciones, a pagar los errores del presente.
Por Segio Bruni para Sitio Andino
Excelente artículo Sr Bruni, es lo que todos sabemos, una cosa es el relato y otra muy distinta es la realidad. Ahora, qué ha hecho Ud. para revertir ésto? Está en condiciones de hacer algo? Qué han hecho nuestros legisladores nacionales? Y lo más importante, podemos hacer algo como ciudadanos comunes? Si no , pareciera que se actua, se hace el mal y después que nos arreglemos como podamos. Saludos.
Estimado amigo, en primer lugar le agradezco por hacer explícita su opinión. Además quiero retribuírle sus buenos comentarios sobre la nota. Comparto además su preocupación sobre la necesidad de hacer efectivas nuestras opiniones, sobre todo cuando está en juego el porvenir de nuestros hijos. Desde ese punto de vista quienes no ejercemos un papel institucional desde dónde poder modificar la realidad, debemos generar conciencia (en mi caso por éste medio periodístico online) en los demás ciudadanos afín de que los problemas se conozcan y quienes gobiernen sepan que estamos informados y opinamos distinto sobre sus iniciativas. En la democracia cada uno debe ejercer su rol para que el sistema funcione de la mejor manera posible. En cuanto a los legisladores nacionales tengo conocimiento que el bloque de diputados nacionales de la UCR ha solicitado que se den a conocer los términos secretos del acuerdo con Chevrón haciéndose presentaciones judiciales cuestionando su legalidad, y además se presentó desde la presidencia del bloque el pedido para que se explique en el recinto el acuerdo con Repsol citando al Ministro de economía a comparecer ante el cuerpo.
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