Notas de Opinión, Prensa ; 29 diciembre, 2013 a 1:09 pm

Una maraña de regulaciones administrativas constituye uno de los problemas sin solución generados por el gobierno, dando lugar a una compleja multiplicidad en el mercado de cambios.

Fines del 2013, el gobierno nacional parece encontrarse encerrado en una suerte de laberinto borgiano con evidencias palmarias de desgaste. Desde el plano político, la notoria derrota tanto del gobierno nacional como provincial en las elecciones legislativas de octubre fue muestra clara de ello. Pero sin dudas es en la órbita económica donde existe un manifiesto desconcierto oficial para resolver temas centrales como el déficit fiscal, la inflación, y la depreciación monetaria.

Una maraña de regulaciones administrativas constituye uno de los problemas sin solución generados por el mismo gobierno, dando lugar a una compleja multiplicidad en el mercado de cambios: dólar oficial, dólar turista, dólar blue, dólar tarjeta, dólar exportación, dólar importación, contado con liqui, dólar Baade, dólar Western Union, dólar PayPal, dólar “Naranja”, dólar Cedin.

El nuevo Ministro de Economía – como ex Viceministro del gabinete económico nacional anterior – es parte de este verdadero enredo en la regulación económica de nuestro país, con cambios diferenciados y subsidios. Axel Kicillof conoce bien el proceso que nos llevó a ésta compleja situación actual: pérdida permanente de reservas, caída de la balanza comercial, crecimiento del déficit estatal, aumento generalizado de los precios y, por consiguiente, caída en el ingreso real de los argentinos.

A partir de la instalación del cepo cambiario y demás medidas regulatorias que se fueron pergeñando, no solamente se están viendo afectados quienes intentan viajar al exterior, sino que se condiciona también la vida cotidiana de consumidores, productores, trabajadores, pequeños y medianos empresarios, y cualquier otro ciudadano argentino que reside en el país pero que indefectiblemente vive en un mundo cada vez más interdependiente.

Y es que cuando compramos cualquier tipo de bien transable, que se encuentra en el comercio legal, éste puede involucrar algún elemento que haya sido adquirido en el exterior, y  por lo tanto se encontrará sujeto a alguna de las regulaciones cambiarias o administrativas que impuso el equipo económico nacional.

Mientras tanto, el proceso inflacionario fue ascendiendo gradualmente duplicándose año a año. Así fue que pasamos del 3% en 2003 al 6% en 2004, y al 12% en 2005, y así sucesivamente hasta llegar al casi 30% de acuerdo a mediciones realizadas por consultoras privadas.

Emisión sin control, déficit estatal desbocado, subsidios insostenibles al consumo energético, combustibles con precios diferenciados para el transporte, son algunos de los elementos que han generado un creciente y sostenido aumento del gasto del Estado, y por esa vía el incremento de los precios en la Argentina.

La vigencia del cepo cambiario, en un contexto de precios administrados, y las trabas para el giro de dividendos a los accionistas radicados en el exterior de empresas extranjeras en el país, se esgrimen como los principales factores que provocaron una apreciable contracción del flujo de inversiones.

En la escena internacional, el  contrastarse es innegable. México, por ejemplo,  sobrepasó durante el primer semestre toda la inversión económica directa (IED) recibida en 2012. Aún sin la compra de la cervecera Modelo por parte de la firma belga Anheuser-Busch InBev valorada en U$D 13.249 millones, la inversión externa en México se habría elevado 15%, respecto al mismo período del año anterior. Los flujos de inversión extranjera directa también mostraron incrementos en Venezuela (44%), Perú (27%), El Salvador (27%), Panamá (19%), Costa Rica (15%), Uruguay (8%) y Colombia (5%). Sin embargo, para la Argentina, en los primeros siete meses de este año la inversión extranjera directa se redujo en un 32%. Todo esto, según datos que surgen de informes publicados por la Cepal.

No obstante, el Gobierno de Cristina Fernández, preso de su insensatez no ha reconocido aún claramente el proceso inflacionario, limitando la compra de dólares y generando distintos tipos cambiarios con el fin de evitar que los ahorros en pesos buscaran refugio en la moneda norteamericana, alentando por esa vía las expectativas inflacionarias y el temor creciente en todos los actores de la vida económica nacional.

Cristina Fernández ha construido su propio «Jardín de senderos que se bifurcan…». Sin embargo su tránsito no es individual, sino que está obligando a todos los argentinos a peregrinar por sus senderos, a pesar de los esfuerzos de resistencia que una oposición, endeble y en construcción, realiza día a día.

Sergio Bruni, abogado, ex legislador provincial
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